Que se vayan a la mierda

Hoy, quedan veintisiete días para que se repitan elecciones generales. En estos seis meses, se ha cambiado Cataluña por Venezuela y se ha satanizado cualquier cosa que huela a la conversión política que sufrió el movimiento 15-M.

Sobre las Elecciones Generales del 26J

Mientras tanto, la cultura fiscal de este país sigue igual. Como presentaba el anuncio electoral de Ciudadanos, ser autónomo significa ser un gilipollas que se rompe los cuernos para ganar cuatro duros, que nunca se rinde por mucho que le roben y que, en pleno siglo XXI, debe aguantar las mismas tonterías sobre recesión económica, políticas supuestamente insostenibles en Madrid y Barcelona y absurdos paternalismos por parte de una panda de ladrones. Vamos, el típico consejos vendo, que para mí no tengo.

Alberto Garzón (IU) y Pablo Iglesias (Podemos) posando tras el acuerdo para que ambos partidos vayan al 26-J en coalición.
Alberto Garzón (IU) y Pablo Iglesias (Podemos) posando tras el acuerdo para que ambos partidos vayan al 26-J en coalición.

Este es un tema que me preocupa. Uno entre muchos. No solo el paro estructural, sino también la poca visión de nuestros gobernantes por creer, y por crear, una verdadera Unión Europea, un estado federal de naciones, un proyecto de ley que incentive la formación de calidad, que no nos marque un destino fuera de nuestras fronteras, que dignifique los contratos puente, que luche contra los trabajos basura.

Pero no es lo que más me preocupa. Esta mañana se viralizaba una opinión de Iñaki Gabilondo en la SER; un periodista fácil de admirar, incluso cuando lanza opiniones contrapuestas a las de uno mismo. En este caso, no es así; su análisis es, muy a nuestro pesar, lúcido, certero y, probablemente, inminente: el PP será el partido más votado, […] Ciudadanos, cuyo voto menguará, pactará con el Partido Popular; pasará que el PSOE no acordará un pacto de gobierno con Podemos ni con sorpasso ni sin sorpasso, pasará que con Sánchez o sin Sánchez permitirá que el Partido Socialista gobierne el PP. Terminaba con una idea bien macerada: «El PP […] seguirá siendo el mal médico que solo se ocupa de los síntomas y nunca cura una enfermedad.»

¿Y nosotros? ¿Qué hacemos? ¿A quién damos nuestro apoyo como votantes? Lo desconozco. O mejor dicho, me niego a sentar cátedra aquí.

Mariano Rajoy (PP)
Mariano Rajoy, presidente del gobierno en funciones, con simpatizantes de su partido y de su persona. Sí, en serio.

Leer las redes sociales o las opiniones públicas en la prensa es adentrarse en un mar escarpado donde Podemos se equipara a Venezuela y a un comunismo que hace décadas que desapareció; en este imaginario, Ciudadanos no es más que una calcomanía del original, el PP sigue siendo la fuerza más consolidada pese a la corrupción institucional que se remonta a la transformación de Alianza Popular —como demostró el caso Bárcenas— y el PSOE no son más que unas siglas vacías de cualquier significado.

Llegados a este punto, el miedo puede ser un enemigo terrible. ¿Qué ocurrirá si no hacemos lo de siempre? ¿Funcionará? ¿Podemos votar fuera del bipartidismo? Muchas personas incluso han encontrado fundamentos para la crítica en los dos núcleos que administran los ayuntamientos del cambio en el país: falta de experiencia, conflicto, decisiones erróneas, huelgas de transporte…

Sin embargo, antes de depositar mi voto el 26-J, yo ampliaré mi reflexión. Me preguntaré qué partido (si lo hubiere) considero que puede hacer que España funcione, y cómo.

Me preguntaré si quiero ser parte de un país de naciones que no asume que necesita una reforma de las autonomías; si la solución pasa por seguir recortando a los sectores más asfixiados de la población mientras se otorgan rescates bancarios a cualquier precio; si los gobernantes actuales se encuentran en disposición de juzgar intelectual y políticamente a las nuevas generaciones, las más formadas de toda la historia española; y, sobre todo, si un traje vale más que una sudadera del Carrefour, como la tuya y como la mía.

Me preguntaré quién tiene un plan de gobierno, transparente y accesible, y quien lanza promesas vacías, o busca pantallas de humo creando conflictos entre las comunidades autónomas que debería proteger y estructurar adecuadamente.

Me preguntaré si seguir haciendo las cosas del modo que nos ha llevado a esta absurda crisis, que no es más que otra forma de expolio con los mercados financieros como arma, es un modo de salir de la ratonera o si, por el contrario, necesitamos independencia política de los mercados y de Europa, y si alguien puede dárnosla.

Estimación de intención de voto 26-J
Intención de voto para el 26-J a finales de mayo de 2016. (Más información en la fuente.)

Quizá no encuentre respuesta a todas estas preguntas, pero eso no evitará que dé vueltas y más vueltas a todas ellas en mi cabeza.

Entonces, votaré en consecuencia.

Grecia nos demostró que hay cosas que Europa no va a tolerar; nos queda preguntarnos: ¿queremos formar parte de esa Europa o queremos cambiarla para que sea un reflejo de sus ciudadanos y un ejemplo de una verdadera comunidad de naciones?

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El PP quemó tu casa

Como si de soldados romanos en pos de la gloria, tribus íberas descontroladas o expansionistas ejércitos francos se tratase, el PP quemó tu casa. Lo hizo con una porción del salvajismo invocado hace miles de años, pero sin un ápice de honor, y mucho menos de compasión por la naturaleza siquiera. Lo hizo tanto al amparo de la noche como del día; sin exhalar lamento alguno y con catorce millones de ojos cómplices que miraban hacia otro lado.

Sobre repartir la culpa no podemos hablar, pero sí del principal problema. Una cuestión que nos llega desde Vizcaya, donde alguna lumbrera notó que soplaba el viento en la dirección adecuada (hacia donde los chalets de lujo de la zona no peligraban, parece ser) y había matojo e intereses suficientes para sacar partido a los cambios aprobados hace un año sobre aquella anticuada Ley de Montes (Ley 43/2003) de un 21 de noviembre que fastidiaba tantos intereses.

Foto incendio en Berango (Vizcaya)
Fotografía del incendio de Berango (Vizcaya), donde se han quemado cientos de hectáreas en los últimos días. Si bien las causas se desconocen, ha conseguido que vuelvan a saltar las alarmas sobre los cambios que el Partido Popular aprobó en la Ley de Montes a inicios de 2015.

El resto, si es que así sucedió, poco misterio tiene: cerilla, y a correr. No vaya a ser que no nos demos la prisa suficiente y algún otro listo se nos adelante en eso de comprar el terreno, especular y seguir dando trabajo a arquitectos, jefes de obra y mozos que sueñan con míticos sueldos de tres mil pavos en La Edad Dorada de Jose Mari.

Portada El Jueves (Elecciones Generales 2015)
Portada de la revista El jueves que criticaba los resultados electorales de los partidos tradicionales en las Elecciones Generales de 2015.

De aquí, se pueden traer muchos temas a colación, eso sí. Uno de ellos, es que antes —al menos, en diciembre— nos librábamos de eso de los bichos y de los árboles calcinados por España; otro de interés que también se advierte en la nueva Ley de Montes, es aquel que muchos hace meses que se cansaron de repetir, y es que nos vamos a hartar de ver zonas quemadas donde seguir construyendo edificios que nadie puede habitar; pero hay algo más. Un punto que nos tragamos en mayor o menor medida entre intereses políticos, miedos heredados e inacción.

Un punto que, con mucho acierto, Albert Einstein adelantó afirmando que solo había dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana (si bien de la primera no estaba del todo seguro), y que, probablemente, debamos completarlo robando otra idea aquí, la del verdadero humorista y falso noble brasileño Apporelly, quien sentenció acertadamente que, si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados.

Algunos seguiremos luchando contra la estupidez; mientras tanto, muchos más (por el momento) se mantendrán erre que erre sin ver que su ceguera individual ayuda a acrecentar la invidencia colectiva, y que si hay un verdadero hijo de puta en el cargo, quizá sea sinónimo de que la mayoría de madres son un poco golfas. Ahora vas y les sigues votando, pero asumiendo que parte de los ERE, de la corrupción, de los incendios provocados y de todos sus errores también es culpa tuya y, este enero, más que nunca antes; después ya te puedes ir a tomar por culo de aquí.